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MEDIO RURAL Y RANCHOS, OPCIÓN ANTE PANDEMIA Y CONFINAMIENTO EN CIUDAD

NACHO HERRERO/EL PERIÓDICO/ España, 2020/

En las últimas semanas ha llamado bastante gente preguntando por casas, incluso alguna inmobiliaria».. Ese repentino interés por el mundo rural es una de las inesperadas consecuencias del coronavirus, una pandemia con código postal eminentemente urbano y de la que ya hay quien se plantea huir.Lomas Del Cañon Rosarito, Lomas De Coronado, Baja California — Point2

El covid-19 mantiene confinadas a millones de personas , es decir asustadas, agobiadas y aburridas. Esa ‘triple A’, agitada por la extensión del teletrabajo pero también por las dudas de cómo y cuándo abrirán los colegios y por la amenaza de rebrotes, invita a plantearse un cambio de vida. De hecho, solo en las tres primeras semanas de encierro, la búsqueda de viviendas en capitales de provincia en Idealista cayó cinco puntos, que fueron a parar a otros municipios más pequeños. Algo se mueve  en España.

Un nuevo éxodo se está fraguando al calor de la pandemia, con epicentro urbano, y la expansión del teletrabajo

«Puede haber movimiento y seguro que lo habrá», adelanta Dolores Sánchez, profesora del Departamento de Geografía Física y Análisis Regional de la Universitat de Barcelona. «Es posible que haya un retorno al mundo rural, pero no será masivo –aclara–.

La intensidad del movimiento dependerá de varios factores, explica, pero especialmente de lo que dure la crisis sanitaria. Si se dilata, si hay rebrotes, apunta, habrá más gente que prefiera vivir a una distancia prudencial del epicentro del problema. «Cuanto más dure, más posibilidades, pero la memoria es frágil y si recuperamos el control de nuestras vidas ese sueño se esfuma», advierte.

La intensidad del movimiento
dependerá especialmente de cuanto se alargue la crisis sanitaria

Lo que ha quedado claro es que el confinamiento en los pueblos «se lleva mucho mejor», admite la alcaldesa Martí. «Te cruzas con menos gente así que piensas que hay menos riesgo de contagiarte», apunta. También hay más flexibilidad horaria y, sobre todo, «no es lo mismo abrir la puerta y asomarte a la ciudad que a la naturaleza», remarca.

Además de la duración de la crisis, por lo que implica de seguridad sanitaria y de restricciones, el gran elemento que determinará el flujo de vuelta al mundo rural será el empleo. Porque allí hay más bien poco. Parece que fue hace un siglo, pero solo tres meses atrás miles de manifestantes clamaban por la falta de oportunidades laborales en la España rural.

Ovejas y ordenadores

Mari Carmen Troncho es pastora de ovejas en Els Ports y no ve a muchos urbanitas haciendo su trabajo. «Esto da para ir tirando. El precio es igual que hace 20 años, así que antes te apañabas con sesenta ovejas y ahora tienes que tener 600. Eso da mucho trabajo: si cuentas las horas, no te deja nada. Así que alguien que trabaje en una ciudad sus ocho horas y tenga sus fines de semana y un mes de vacaciones no creo que quiera esto», reflexiona. Aunque a ella, que dejó un trabajo en una fábrica para hacerlo, le gusta.

PERIÓDICO EL PAÍS, ESPAÑA

Eva Piqué, en su casita y huerto de Falset (Tarragona).

Al cerrar la puerta de la calle, sorprendidos por el brusco embate del coronavirus, se abrieron otras expectativas. La vida, en pausa forzosa, se repensó. Mientras el apartamento se hacía más pequeño en el confinamiento —ya no bastaba para dormir, había que habitarlo— se barajaron prioridades. Para unos, la crisis ha empujado un proyecto que se demoraba, el de despertarse todos los días mirando las montañas. Para otros, la segunda residencia ha dejado de ser segunda. Alguien que había vivido en cinco metrópolis descubrió que 35 metros cuadrados en el pueblo de sus padres es su casa. Un golpe de timón cuya duración decidirá el incierto devenir de este tiempo.

 

 

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