Alarmante Cifras de Inseguridad: Por Alfredo Calva.

Es buena señal que la gobernadora Marina del Pilar Ávila Olmedo, tenga la ilusión de que con la instalación de la mesa interinstitucional la violencia en contra de las mujeres, niñas y niños, ahora sí dejará de ser una simulación de las autoridades en turno y por fin llegará la justicia a todas esas mujeres, niñas y adolecentes, victimas que han sido ignoradas.

Ilusión que, si en verdad quiere obtener los resultados que anhela, debe de injertar a cada uno de los integrantes de la mesa interinstitucional, la cual se encuentra conformada por funcionarios de los tres ordenes de gobierno, en especial, a los que dependen de su administración incluida la FGE aunque se diga oficialmente independiente.

Las cifras que se dieron a conocer durante el evento de instalación de la mesa el pasado día 18 de abril, son alarmantes y sobre todo porque solo representan el 30 por ciento de los delitos de violencia de toda índole que se cometen en contra de las mujeres y niñas y adolecentes, y que por razones diversas quedan en el anonimato.

Es por ello, que la gobernadora debe de ser exigente y demandante, especialmente con dos de los funcionarios que por ley deben de atender y coadyuvar a que las victimas de la violencia en cualquiera de sus variantes en contra de las mujeres, niñas y niños, la titular del CEJUM, María Magdalena Bautista Ramírez, quien su labor hasta ahora ha sido la ruta fashion de promoción personal que ha tenido desde que asumió el encargo, funcionaria de herencia nociva del gobierno municipal que presidieron Arturo González Cruz y Karla Ruíz Macfarland.

Y obviamente, aunque oficialmente se dice que es independiente, en la praxis es lo contrario, a Iván Carpio, fiscal general, quien hasta el momento no ha podido o no ha querido realizar la asepsia que requiere en todas sus áreas la institución, especialmente la de atención a la ciudadanía, departamento cuyo personal goza de gran fama entre los ciudadanos gracias a su comportamiento indolente, prepotente, grosero y haragán, cualidades que han prevalecido durante décadas en la institución, sin que nadie de sus titulares haya hecho en verdad, el esfuerzo de cambiar esa situación.

Dependencia a la que llegan mujeres victimas de abuso sexual o de cualquier otro tipo de violencia que se atreven a denunciar a sus agresores y en lugar de ser atendidas con sensibilidad por parte de los funcionarios de la fiscalía, son victimizadas por quienes se supone deben apoyarlas y protegerlas, que terminan sintiéndose responsables por provocar la agresión de que fueron objeto.

No se duda de que la gobernadora hará realidad su ilusión, de que por fin llegue la justicia a todas y cada una de las mujeres, niñas y adolecentes que han sido violentados y abusados, y lo demostrará a la sociedad a través de la exigencia a sus subordinados para que cumplan a cabalidad con sus responsabilidades, porque, ha manifestado Marina del Pilar Ávila Olmedo, que su gobierno no es como el de sus antecesores que solo simularon combatir la violencia en contra de las mujeres, niñas y niños, pero que en la practica la indolencia, omisión e impunidad, fueron las constantes que marcaron sus administraciones.

Es simple.