Conocí a Francisco Ortiz Franco en el semanario ZETA de 1984 a 1987. Era un hombre pausado, ecuánime, analítico. De profesión abogado, Ortiz Franco ejerció el periodismo con mucha responsabilidad. Fui testigo, literalmente, de cómo reflexionaba cada uno de sus reportajes. Escribía en la máquina de escribir y, de pronto, hacía un alto para caminar en el interior de las oficinas del semanario, tomar un poco de café y repensar algunas ideas para regresar a las hojas con copias de papel carbón.

Salí del ZETA pero Ortiz Franco y yo nos seguimos tratando con el debido respeto de los colegas. Incluso llegamos a coincidir dando clases en alguna universidad.

La mañana del martes 22 de junio de 2004 Francisco Ortiz Franco fue asesinado en plena vía pública, conmocionando a Tijuana. Dolió, duele y seguirá doliendo que un periodista sea acallado impunemente.

Francisco Ortiz Franco era un buen hombre, un buen periodista, un buen mexicano.