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ESTÁ COMIENDO EN BAJA CALIFORNIA

Hace tiempo tenía un sueño: hacer un viaje por carretera para llegar desde Tijuana hasta Los Cabos disfrutando de las postales del Pacífico, lo mismo que del desierto y de las montañas./MAYO 2018/

Por Mildred Daniel.

 Hace tiempo tenía un sueño: hacer un viaje por carretera para llegar desde Tijuana hasta Los Cabos disfrutando de las postales del Pacífico, lo mismo que del desierto y de las montañas. Era una gran idea hasta que el mundo entero me convenció de que, para hacerlo, necesitaba disponer de al menos dos semanas que en esta ocasión no tenía, por lo que tuve que limitar mi recorrido a la zona norte de Baja California y guardar mis ilusiones para después.

Cuando viajo, intento conocer y probar lo más posible; para esto, siempre son bien recibidas las recomendaciones de amigos o las valoraciones en guías y sitios de reseñas que te permiten decidir anticipadamente los sitios a visitar. En un brevísimo viaje, les aseguro que pueden comer y beber como dioses, dando una probadita en cada lugar.

Tijuana
Luego de una ajetreada mañana de aeropuerto -los primeros vuelos llegan aproximadamente a las 9:00 am- es hora de un buen almuerzo. Para ir empapando al cuerpo con los sabores de Baja, una buena opción es ir a Mariscos El Mazateño (Calzada Tecnológio 473, Tijuana). Es un local modesto, pero los Tacos de camarón enchilado son uno de esos sabores que se quedan en la
memoria y que desearás volver a experimentar en tu próxima visita a Tijuana.

Para la comida, en la zona centro de Tijuana se encuentra el restaurante Caesar’s (Av. Revolución entre calles 4ta y 5ta, Tijuana) un clásico de la ciudad que se perfila como el restaurante más antiguo de Tijuana. Su mayor atractivo no es la imponente barra antigua desde donde se despachan Margaritas y tragos derechos; tampoco el hermoso salón de techos altos revestido de madera ni sus largos manteles blancos: es una visita obligada es porque aquí nació la famosa Ensalada Caesar en la década de 1920 y aún se prepara con la receta original, directo en la mesa.

Luego de haber paseado por “La Revo” como es cariñosamente llamada la Avenida más famosa de Tijuana, ha llegado el momento de emprender el camino hacia Ensenada para ver caer la tarde sobre el mar en la siguiente parada: Puerto Nuevo. Partiendo desde Tijuana y enfilándose hacia la carretera panorámica Tijuana-Ensenada, se encuentra este pueblo con un pequeño oasis gastronómico al que diariamente acuden turistas y locales a comer Langosta. En el restaurante Villa Ortega’s las vistas son espectaculares, lo mismo que su plato icónico que es acompañado por frijoles, arroz, una enorme tortilla de harina “sobaquera” y una generosa porción de mantequilla derretida. Todo un gozo.

Ensenada

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Luego de una buena comilona, Ensenada aguarda. Aquí la oferta es infinita. Si el plan es una cena en forma, el restaurante Manzanilla de los chefs Benito Molina y Solange Muris es un must. Ensenada es un semillero de cervecerías artesanales, y si la cosa va más relajada, se puede hacer un tour por varias de ellas: Wendlandt, Transpeninsular, Doble C o Agua Mala que en su carta ofrece un menú del restaurante Deckman’s en el Mogor. Si aún queda energía, hay que visitar la tradicional cantina Hussong’s para cerrar el día al ritmo de corridos y música norteña. A la mañana siguiente, se puede visitar el Mercado Negro de mariscos en el cual se pueden lograr buenas fotografías de fresquísimos productos del mar. Luego de una caminata por el malecón, las carretas de mariscos te darán el combustible suficiente para continuar; La Guerrerense de Sabina Bandera ofrece tostadas y conchas, las consagradas son las de erizo con almeja y la de Paté de pescado.
Para ceviches y conchas, la carreta de Mariscos El Güero, a tan sólo una cuadra de distancia ofrece una buena selección.

Valle de Guadalupe- Tecate
A mediodía, tomar camino hacia el Valle de Guadalupe para disfrutar los paisajes de viñedos infinitos. Para adentrarse en el corazón del Valle, una buena alternativa es comer en La Cocina de Doña Esthela para probar la mítica Birria tatemada que se sirve con consomé, frijoles, queso fresco y tortillas de mano. A unos metros, vinícola La Lomita ofrece degustación de sus vinos, una buena oportunidad para probar el terroir de la zona. Para pasar la tarde tranquilamente, la bodega Las Nubes tiene un mirador desde donde se puede experimentar la tranquilidad que se vive en esta región.

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Antes de que caiga la noche, enfilarse hacia la carretera federal Tecate-Ensenada para hospedarse en este tranquilo pueblo mágico. Por la mañana se pueden recorrer sus calles y elegir un sitio para desayunar. Importante guardar espacio, pues nos dirigimos a otro paraíso gastronómico: Mexicali.

Mexicali
Para llegar a la capital, la ruta ofrece paisajes únicos. En el límite entre los municipios de Tecate y Mexicali, se encuentra La Rumorosa, una localidad situada en el punto más alto de una cadena montañosa sin igual. La carretera que conecta a ambos municipios lleva el mismo nombre, y a la entrada, se encuentra La Casa de Piedra, un lugar ideal para observar la inmensidad de las montañas y, a la lejanía, la famosa Laguna Salada.

A unos 40 minutos desde este punto, se encuentra la ciudad de Mexicali. Aunque no cuenta con un litoral propio, la proveeduría de productos del mar tanto de Ensenada como de San Felipe, ha penetrado en los restaurantes de mariscos que ofrecen solo lo mejor. Mariscos Mi Capitán (Cuauhtémoc 802, Colonia Prohogar) ofrece tostadas legendarias como la Chechela, la tostada Faro y la de Atún Azul, además de aguachiles y platos calientes. Mexicali es otro spot en auge de cerveza artesanal de que ya hablamos con anterioridad: Amante, Nucalli, Fauna, Urbana y Averno son sólo una de las tantas cervecerías que crecen a pasos agigantados.

 

La comida “típica” incluye los restaurantes de comida china esparcidos por toda el área. Se cuentan por cientos, pero uno de los más famosos es el restaurante El Dragón (Boulevard Benito Juárez 1830) al que conviene ir con mucha hambre, pues los restaurantes de este giro son bien conocidos por servir delicias como la Res con Brócoli, Pollo Agridulce, Carnitas coloradas, Arroz frito y otros platos, en generosas porciones.

Por la noche, luego de una buena tanda de cerveza artesanal, las opciones para trasnochados son la taquería El Tasajo, del chef Óscar Vela, quien ha inspirado su menú en Oaxaca, manteniendo también los sabores norteños gracias los insumos 100% nacionales que emplea en su negocio. El Merendero Manuet’s es otro de esos sitios cautivadores debido a su aire de antaño: el mobiliario, el uniforme de quienes laboran ahí, el servicio de alimentos llevados a la mesa o directamente al auto y otros detalles, lo convierten en una postal de los años 50.

El último desayuno antes de volver a Tijuana puede hacerse en el restaurante Casa de Julia, un recinto que rinde homenaje a los sabores de todo el país y los incluye en su carta, desde Tlacoyos del centro de México, hasta caldos como el de Gallina Pinta de Sonora y platos jaliscienses que sumado a todo lo que hemos comido, bebido y visitado, harán de este tour exprés, una experiencia memorable.

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