Política

Jarritos: el refresco y soda de México que triunfa en Corea y comparte nombre con la primera empresa de Carlos Slim

Jarritos, el refresco mexicano creado por el químico Francisco ‘El Güero’ Hill, se vende en más de 45 países; en Corea del Sur se volvió tendencia entre jóvenes gracias a su presencia en redes sociales.

11 octubre 2025 | EL FINANCIERO/

En México, hablar de refrescos es evocar colores, sabores y momentos que acompañan cada comida o reunión. Tras ‘destapar’ la trayectoria de Carlos Slim y la embotelladora Jarritos del Sur que impulsó su carrera empresarial, ahora toca ‘abrir otra botella’ y contar la historia de Francisco ‘El Güero’ Hill Ávalos, el químico jalisciense que ideó una de las marcas de refrescos más populares del país, conocida por su lema: Jarritos, qué buenos son.

Esta marca de refrescos, presente en cafeterías, taquerías, fondas y restaurantes, conserva un lugar en la vida cotidiana de los mexicanos por su singular sabor tradicional, que ayudó a refrescar a varias generaciones y es una bebida esencial en cada comida.

El refresco creado por ‘El Güero’ Hill nació con una premisa simple: Embotellar el espíritu de las aguas frescas mexicanas en una versión moderna y accesible. Lo que comenzó como un experimento casero se transformó en una marca que combinó ciencia, tradición y sabor natural.

Con más de 70 años de historia, Jarritos se consolidó como un ícono cultural y comercial dentro del país. Actualmente, exporta millones de botellas a países como Corea del Sur y Estados Unidos, donde ha cautivado a nuevas generaciones.

¿Cómo se creó la marca de refrescos Jarritos?

La historia de Jarritos comenzó en la década de 1950, cuando Francisco ‘El Güero’ Hill Ávalos, un químico con alma de inventor, transformó el comedor de su casa en un laboratorio casero para mezclar sabores con agua carbonatada y crear un refresco con identidad mexicana.

Uno de sus primeros intentos fue un refresco de café, una apuesta atrevida que no tuvo éxito, ya que el sabor amargo y la costumbre de beber el café caliente hicieron que la idea no prosperara. Sin embargo, la prueba le sirvió a Francisco Hill como punto de partida para experimentar otras combinaciones.

Inspirado en las aguas frescas frutales que se vendían en los mercados y plazas públicas, Hill Ávalos buscó capturar ese sabor natural y llamativo en una bebida embotellada.

Para lograrlo, ideó métodos caseros de extracción de jugos y gasificación que, aunque básicos, marcaron el inicio de una innovación dentro de la industria refresquera.

Con el tiempo, perfeccionó su receta hasta conseguir un refresco con identidad propia, con sabores auténticos, naturales y con un toque artesanal. De ese esfuerzo nació Jarritos, una marca cuyo nombre rinde homenaje a los tradicionales jarros de barro mexicanos, en tonos café y verde, utilizados comúnmente para servir aguas frescas.

Los primeros productos llegaron al mercado con sabores como mandarina, lima, tamarindo y piña, y de inmediato captaron la atención del público.

Aunque la distribución inicial fue limitada y el logotipo se incorporó tiempo después, el boca a boca y la autenticidad del producto permitieron que Jarritos se abriera camino en distintas regiones del país.

¿Qué papel jugó el Consorcio AGA en el crecimiento de Jarritos?

En los años siguientes, Jarritos encontró el respaldo industrial que necesitaba para expandirse. La producción y distribución fueron asumidas por Embotelladora Mexicana, parte del Consorcio AGA, empresa fundada por Abelardo García Arce en Guadalajara en 1931.

El Consorcio AGA, con trayectoria en la producción de hielo y otras bebidas, vio en Jarritos un producto con identidad propia y gran potencial comercial.

Durante las décadas de 1970 y 1980, la marca Jarritos se consolidó en todo México gracias a una red de distribución que sacó provecho de la infraestructura logística y operativa del grupo. Las plantas se modernizaron, se amplió la producción y los refrescos comenzaron a llegar a prácticamente todas las regiones del país.

En 1988, Jarritos dio el salto internacional al iniciar exportaciones a Estados Unidos, donde rápidamente se convirtió en el refresco mexicano más vendido entre la comunidad latina.

La expansión internacional llevó a la creación de Novamex, una compañía hermana encargada de la distribución en el extranjero. Desde entonces, Jarritos se mantiene como un producto con capital y control mexicano, fabricado en México pero con presencia global.

Actualmente, la marca exporta a más de 45 países. En Estados Unidos, donde lidera el mercado de bebidas importadas, registra un crecimiento sostenido superior al 13 por ciento anual durante la última década.

En México, la producción y distribución de Jarritos se divide entre dos grandes embotelladoras. La principal es Embotelladora Mexicana, que opera en la mayor parte del país.

La otra es Grupo GEPP, propiedad de la alianza entre PepsiCo y Grupo Embotelladoras Unidas (GEU). Desde 2013, cuenta con una licencia para embotellar y comercializar la marca en regiones específicas del país, principalmente en estados del norte y sureste como Baja California, Sonora, Yucatán y Quintana Roo

¿Por qué Jarritos se hizo popular en Corea del Sur?

Jarritos logró algo que pocas marcas mexicanas alcanzan: Convertirse en un ícono global sin dejar de lado su esencia local. Actualmente, es reconocida como un referente cultural en diversas partes del mundo.

Un claro ejemplo de ello es Corea del Sur, donde el refresco fue redescubierto por una generación que busca productos importados con identidad cultural.

En los últimos años, la marca logró posicionarse en el mercado surcoreano gracias al despliegue de campañas publicitarias inspiradas en las dos industrias del entretenimiento en dicho país: los K-Dramas y el K-Pop.

Las publicaciones combinan elementos visuales de la iconografía mexicana —como sombreros, piñatas, platillos típicos y trajes regionales— con estilos gráficos propios de la cultura surcoreana.

El resultado se hizo viral, miles de usuarios compartieron imágenes en redes sociales con las botellas del refresco, y rápidamente Jarritos se posicionó como una tendencia visual y cultural entre el público juvenil de ese país.

Artistas del K-pop, como Yeosang o Minhyuk, fueron vistos con las botellas de Jarritos, lo cual impulsó aún más la popularidad de la marca. En Seúl, algunos restaurantes mexicanos usan Jarritos como parte de su ambientación para evocar los sabores típicos.

Como parte de su estrategia comercial, Jarritos lanzó en Corea del Sur una línea de sabores exclusivos que no están disponibles en México, como mango, guayaba, maracuyá, fresa, sandía, jamaica e incluso su propia versión de refresco de cola.

Además de Corea del Sur y Estados Unidos, la marca de refrescos logró consolidar su presencia en mercados como Canadá, España, Australia y Reino Unido, así como en diversas regiones de América Latina y el sudeste asiático.

¿Qué relación tuvo Carlos Slim con otra embotelladora llamada Jarritos?

Mientras la marca de refrescos de Francisco ‘El Güero’ Hill Ávalos se consolidaba en el mercado mexicano, otro “Jarritos” marcaba el inicio de la carrera empresarial de Carlos Slim Helú.

En una entrevista reciente con Oswaldo ‘Oso’ Trava en Cracks Podcast, el empresario mexicano Carlos Slim recordó que fue alrededor de 1965 cuando decidió dejar de lado su faceta como inversionista bursátil para convertirse en un empresario operativo.

Su primer paso empresarial fue la compra de una embotelladora ubicada en Morelos llamada Jarritos del Sur, una empresa sin relación con la marca de refrescos que los mexicanos conocen.

La adquisición de Jarritos del Sur le permitió a Carlos Slim tener un primer acercamiento práctico al mundo empresarial. Fue un ejercicio de aprendizaje directo sobre los procesos de producción, distribución y venta, que lo preparó para manejar operaciones de mayor escala.

Aquel paso inicial sentó las bases de lo que, años después, se convertiría en Grupo Carso, el conglomerado que consolidó su trayectoria y le permitió incursionar en sectores estratégicos como telecomunicaciones, construcción, comercio minorista y minería, siendo su ejemplo más claro la compra de Telmex en 1990.

Jarritos nació como un experimento casero en la cocina de un químico mexicano, y hoy refresca mesas en todo el mundo. Su historia demuestra que, con identidad, visión y una apuesta auténtica por lo local, una marca puede trascender fronteras y convertirse en un símbolo global sin dejar de ser mexicana.

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