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El pueblito condenado a desaparecer en el mar por el cambio climático

Los científicos dicen que el nivel de las aguas subió unos 10 centímetros en el último siglo. Para el 2100, habrá crecido entre 70 centímetros y un metro.

11 noviembre  2021 |

Igual que tantos otros residentes de Fairbourne, Stuart Eves decidió instalarse en este pueblito costero al norte de Gales por el resto de sus días hace 26 años. Le encantó la tranquilidad de pueblo pequeño, con 700 habitantes, que se encuentra entre las montañas y el Mar de Irlanda.

“Quería un sitio donde mis hijos pudieran criarse como lo hice yo, donde pudieran correr libres”, comentó Eves, de 72 años y quien abrió un parque para casas rodantes que ahora maneja su hijo. “Tienes el mar, la montaña. Es un lugar espectacular para vivir”.

Todo eso cambió de repente en el 2014, cuando las autoridades dijeron que Fairbourne era la primera comunidad costera del Reino Unido que corría grave peligro de inundaciones serias como consecuencia del cambio climático.

El gobierno pronosticó que el nivel de las aguas subirá más rápidamente y que habrá tormentas más frecuentas e intensas por el calentamiento global, y que solo podría defender esa comunidad de las inclemencias del clima por 40 años. Las autoridades dijeron que para el 2054, ya no sería seguro ni sustentable vivir en Fairbourne.

Por ello han estado trabajando con los residentes en una “reubicación programada”. En otras palabras, llevándolos a otra parte hasta que no quede ninguno.

De la noche a la mañana, los precios de las viviendas se desmoronaron y los residentes empezaron a ser descritos como los primeros “refugiados climáticos” del Reino Unido. Muchos no podían creerlo cuando escucharon que el pueblo sería “desmantelado”. Siete años después, la mayoría de sus preguntas siguen sin tener una respuesta.

“Condenaron el pueblo y ahora tienen que tratar de reubicar a la gente. Son 450 viviendas”, dijo Eves, quien preside el concejo municipal del pueblo. “Si quieren que nos vayamos para el 2054, deben tener dónde acomodarnos”.

Nadie quiere irse. Si bien hay muchos jubilados, también hay familias jóvenes que crían la próxima generación. Los lugareños se enorgullecen de su comunidad tan unida. Y por más de que el “centro” consista en solo una tienda de comestibles, un local de comida rápida y un par de restaurantes, los residentes dicen que la playa de piedras y un pequeño tren a vapor atraen mucha gente durante el verano.

Natural Resources Wales, organización avalada por el gobierno responsable de la defensa marina de Fairbourne, dijo que el pueblo es particularmente vulnerable porque se inunda muy fácilmente. Fue construido a mediados del 1800 en una marisma de agua salobre baja. Cuando sube la marea, queda por debajo del nivel del mar. Cuando hay tormentas, el nivel de las aguas es 1.5 metros más alto que el del pueblo.

Los científicos dicen que el nivel de las aguas subió unos 10 centímetros en el último siglo. Para el 2100, habrá crecido entre 70 centímetros y un metro, dependiendo de las emisiones de gas con efecto invernadero y de las medidas que puedan tomar los gobiernos.

Fairbourne, por otro lado, se encuentra en la entrada de un estuario, lo que conlleva riesgos adicionales de inundación. Las autoridades han invertido millones de libras para reforzar un muro marino y unos tres kilómetros de barreras.

A lo largo de las costas galesas hay muchos pueblos y la decisión acerca de cuáles proteger y cuáles no responde a consideraciones financieras. Las autoridades dicen que, en el caso de Fairbourne, el costo de las defensas será más alto “que el valor de lo que están protegiendo”.

Los efectos del cambio climático de los que hablan en la cumbre climática de las Naciones Unidas en Glasgow ya son una realidad aquí.

Catrin Wager, del Concejo de Gwynedd, una entidad regional que supervisa Fairbourne, destacó que este puede ser el primer pueblo costero declarado inviable, pero no será el único.

Sostuvo que no hay políticas para ayudar a los lugareños.

“Necesitamos más respuestas de los gobiernos galés y británico. Ese es mi mensaje” para la cumbre de la ONU, expresó Wager. “Necesitamos orientaciones, no solo para mitigar los efectos del cambio climático, sino también acerca de cómo adaptarnos a lo que ya está pasando”.

Medio millón de propiedades corren peligro de sufrir inundaciones costeras en el Reino Unido. Y hacia fines del 2080 serán 1.5 millones, según el Comité de Cambio Climático, organismo asesor independiente.

“Pase lo que pase en la cumbre, el nivel de las aguas seguirá subiendo y tenemos que estar preparados”, afirmó Richard Dawson, profesor de ingeniería de la Universidad de Newcastle y miembro del comité. “Tenemos que ser realistas. No podemos proteger toda la costa. El desafío que tiene el gobierno es que no se está abordando el problema con la urgencia ni la transparencia que se necesita”.

En Fairbourne, los roces entre los residentes y las autoridades refleja lo complicado que es todo. Los residentes sienten que se comete una injusticia con ellos y creen que no está muy claro con qué velocidad subirá el nivel del mar hasta poner en peligro sus casas. ¿Cuándo y cómo se hará la evacuación? ¿Serán compensados? En caso afirmativo, ¿cuánto recibirán?

No hay respuesta para todas estas preguntas por ahora. La sacerdotisa del pueblo, Ruth Hansford, dijo que muchos residentes sufren de “fatiga emocional” por los años de incertidumbre y negatividad. Otros simplemente deciden seguir con sus vidas, como si nada.

Becky Offland y su marido alquilaron hace poco el Glan y Mor Hotel. Están convencidos de que el pueblo tiene mucha vida por delante.

“Es como una gran familia. No es un pueblo. Es una familia”, dijo Offland, de 36 años. “Lucharemos para que siga donde está”.

En la misma calle, el dueño de Fairbourne Chippy, Alan Jones, de 64 años, dice que tampoco piensa irse.

“Hasta que llegue el agua, hasta que físicamente no se pueda trabajar, seguiremos adelante”, aseguró.

Eves dijo que él y su hijo creen que “pasará lo que tenga que pasar”. Pero lamentará la inevitable desintegración del pueblo que tanto quiere.

“No puedes trasladar este pueblo a otro sitio y esperar que siga funcionando igual”, comentó. “Lo que pasa aquí es una catástrofe humana, aunque en pequeña escala”.

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