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LA RENUNCIA DE JEFE DE OFICINA DE LA PRESIDENCIA. Por Raymundo Riva

Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, calificó este miércoles como un invento la versión de la supuesta renuncia de Alfonso Romo, jefe de la Oficina de la Presidencia.

«Ahora están dale y dale con este asunto e incluso inventan cosas como lo de la renuncia de (Alfonso) Romo», afirmó.

Al respecto respondió el martes Romo, quien rechazó haber realizado esa acción.

«Es totalmente falso. Nunca he presentado la renuncia. Desde que empezamos a trabajar, ni se me ha ocurrido presentarla», aseguró en entrevista para Grupo Fórmula.

El periodista Raymundo Riva Palacio publicó el martes y este miércoles en El Financiero los textos La renuncia de Romo y La renuncia de Romo (segunda parte), en donde explica que el funcionario presuntamente habría presentado su renuncia debido a supuestos malos tratos por parte del presidente de la República.

A esta declaración contestó Riva Palacio, quien en entrevista con Grupo Fórmulaexplicó que este desmentido era de esperarse.

«Tanto Romo como el presidente deben hacer el desmentido de manera natural porque sino sería equivalente a hacer lo contrario, a haber aceptado la renuncia (…) No hay sorpresa; sabía que eso iba a suceder», declaró este miércoles.

Riva Palacio detalló que si López Obrador hubiese reconocido que el jefe de la Oficina de Presidencia había dejado su labor iba a significar una mala señal para los inversionistas.

RIVAPALACIO, AMLO LO IBA A NEGAR

El periodista Raymundo Riva Palacio dijo que él ya sabía que el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, iba a negar la supuesta renuncia del jefe de la Oficina de la Presidencia, Alfonso Romo.

El columnista de El Financiero publicó el martes y este miércoles los textos llamados La renuncia de Romo y La renuncia de Romo (segunda parte), donde explica que el funcionario presuntamente habría presentado su renuncia debido a supuestos malos tratos por parte del presidente de la República.

«Tanto Romo como el presidente deben hacer el desmentido de manera natural porque sino sería equivalente a hacer lo contrario, a haber aceptado la renuncia (…) No hay sorpresa; sabía que eso iba a suceder», declaró en entrevista para Grupo Fórmula.

Riva Palacio detalló que si López Obrador hubiese reconocido que Romo había dejado su labor iba a significar una mala señal para los inversionistas

«Me parece que una renuncia de Alfonso Romo, si se diera ahora o en una o dos semanas, sería una mala señal de cara a los inversionistas», puntualizó.

Más temprano, el mandatario aseguró en su conferencia de prensa que la salida del funcionario de su equipo era un invento.

«Ahora están dale y dale con este asunto e incluso inventan cosas como lo de la renuncia de (Alfonso) Romo», afirmó.

El martes, Romo desmintió en Grupo Fórmula su retiro.

«Es totalmente falso. Nunca he presentado la renuncia. Desde que empezamos a trabajar, ni se me ha ocurrido presentarla», expuso.

El jefe de la Oficina de la Presidencia destacó que López Obrador le ha encomendado diversas tareas, las cuales han representado nuevos retos en su trayectoria profesional.

«Me gusta el reto de coordinar el consejo para el crecimiento del país, donde se aglutina al gabinete, al sector privado, al sector social. Me motiva, me reta. Nunca me han maltratado, me llevo muy bien», puntualizó.

Estrictamente Personal/El Financiero/mayo 2019/

El maltrato del presidente Andrés Manuel López Obrador a sus colaboradores no había hecho crisis hasta hace unos días, cuando el jefe de la Oficina de la Presidencia, Alfonso Romo, presentó su renuncia. No se la aceptó, pero la herida quedó abierta. Este episodio grita el estado de ánimo que se está viviendo en Palacio Nacional –aunque Romo despacha en un edificio inteligente en Los Pinos–, y las dificultades internas que tiene el equipo presidencial para ayudar a gobernar a López Obrador. El rechazo a aceptar la renuncia sofocó lo que habría sido el principio de una crisis profunda, pero está lejos de haberse resuelto la tensión que se vive en los corredores palaciegos. A los problemas naturales del ejercicio del gobierno se están acumulando los agravios del presidente contra su propio equipo.Resultado de imagen para ALFONSO ROMO,JEFE DE LA OFICINA DE LA PRESIDENCIA DE LA REPUBLICA D EMÉXICO

Romo ha acompañado a López Obrador desde la campaña presidencial de 2006, esforzándose en explicar al sector privado lo que significan sus palabras y su proyecto de nación, y tratando de minimizar los costos de sus constantes choques con los empresarios. Siempre lo había respaldado, como cuando en la campaña de 2018, el Grupo Monterrey le dijo que establecerían un diálogo regular con él, pero que cambiara a Romo como su enlace. El entonces candidato se negó y forzó a los empresarios a tener a su coterráneo como el puente con él. Parecía tener, en ese momento, toda la confianza de quien apuntaba para ser presidente.

Como lo ha sido desde hace casi tres lustros, Romo es su cara ante el sector privado, nacional e internacional, y lo llevó a su equipo cercano en Palacio Nacional, aun cuando el deseo del empresario regiomontano era quedar fuera del gobierno. El presidente insistió y comenzó a trabajar muy cerca de Julio Scherer, el consejero jurídico de la Presidencia, a quien los une una vieja amistad común, la de Pedro Aspe, exsecretario de Hacienda, consultor y empresario exitoso. La cercanía con López Obrador, se fueron dando cuenta los inversionistas, no significaba realmente mucho.

El episodio público más claro fue cuando las deliberaciones sobre si se cancelaba o continuaba la obra del nuevo aeropuerto en Texcoco, donde dos semanas antes de una consulta ciudadana a finales de octubre, con López Obrador en calidad de presidente electo, Romo les dio todas las garantías a los inversionistas que la decisión final, sin importar los datos de esa medición, sería continuar la construcción. Para sorpresa de Romo y varios en el círculo cercano de López Obrador, la decisión fue que cancelaría la obra, y forzó a su consejero a sentarse junto a él en una conferencia de prensa donde dio a conocer el rumbo que seguiría.

En menos de 24 horas, Romo perdió credibilidad ante inversionistas y el sector privado. No representaba a López Obrador, ni estaba enterado de lo que iba a decidir, fue la conclusión. El consejero aguantó la humillación, pero el maltrato, de acuerdo con personas cercanas a él, no ha cesado. No es algo personal, habría que atajar, sino parte del estilo del presidente. Por ejemplo, no ha intervenido en el creciente conflicto de Romo con el secretario de Hacienda, Carlos Urzúa –que también ya ha dado muestras de desgaste por razones similares–, generado por el propio presidente al no establecer con claridad las líneas de responsabilidad y mando, donde los dos se han venido cruzando y enfrentando. La decisión que muestra López Obrador en público al transmitir todas las mañanas que está al mando, se vuelven vacíos de autoridad y silencios cuando de ordenar a su equipo de trata.

El maltrato con Romo no es personal, en abono al presidente. A veces parece hasta inopinada la forma como ni siquiera se da cuenta del daño que le hace a sus colaboradores, al gobierno y a sí mismo. Públicamente ha desautorizado a la secretaria de Energía, Rocío Nahle, al de Comunicaciones, Javier Jiménez Espriú y, de manera sonora, en dos ocasiones muy importantes, porque se trata de inversionistas a quienes envía mensajes contradictorios, al subsecretario de Hacienda, Arturo Herrera, a quien desmintió que se pospondría la cancelación de la refinería en Dos Bocas, y que se estaba evaluando imponer la tenencia a nivel federal.

Ninguno de ellos ha reaccionado. Herrera ya conoce de los descolones de López Obrador desde que trabajó con él en el gobierno de la Ciudad de México, y parece no importarle su prestigio. Nahle nunca hubiera llegado a donde se encuentra, si la mano de López Obrador no la cuida y la impulsa hasta la cartera de Energía, donde, por su incompetencia y falta de conocimiento, no habría habido ningún otro gobierno que le delegara tanta responsabilidad. Jiménez Espriú ha figurado en los gabinetes de López Obrador desde el primero que anunció en 2006, recuperado del retiro para servir como fusible y pararrayos, con el convencimiento total de que será incapaz de llevarle la contra a su jefe. Romo no está hecho del mismo material.

No se revelaron los detalles que llevaron a la decisión de renunciar, ni los argumentos del presidente para rechazársela. El entorno económico, sin embargo, no es favorable al gobierno, aunque López Obrador insista en que la economía se encuentra saludable. Internamente, el presidente sabe que el panorama económico está muy complicado, que se pondrá más difícil si se baja la calificación de Pemex, y que lo agrava el mal clima de inversión actual. La salida de Romo en este momento equivaldría a un mensaje que las fuerzas moderadas perdieron la batalla, y que el radicalismo en el equipo presidencial ganó una partida que llevaría probablemente a una crisis económica.

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