Cultura

PAOLA VILLASEÑOR «PANCA», LA MURALISTA DE TIJUANA

La artista transfronteriza Paola Villaseñor está agradecida por su cómodo hogar en Tijuana, donde se ha refugiado durante la pandemia del coronavirus. Pero también se siente un poco culpable por ello, ya que muchas personas sin recursos en la ciudad no tienen a dónde ir.Smile, de la artista Panca.

Para la artista, esas emociones conflictivas chocan con la creatividad.

“Estoy tratando de canalizar esas cosas y hacer arte”, dijo Villaseñor, quien se hace llamar Panca. “El arte es mi salvación en este momento”.

Desde que comenzó la pandemia, Villaseñor creó un corto en plastilina sobre la importancia del distanciamiento social y el lavado de manos en colaboración con el cineasta Giancarlo Ruiz. También se prepara para pintar un mural en su casa, con piezas de procesos en vivo. Y para canalizar su frustración y su ira, Villaseñor dijo que está “sumergiéndose en una pieza política”.Smile de Panca en el New Children’s Museum.

La artista, que creció en Chula Vista y vive en Tijuana desde hace 15 años, estaba planeando un año muy ocupado, comenzando con I am the Architect of My Own Misfortune (Soy el arquitecto de mi propia desgracia), una exposición individual en Bread & Salt, que se inauguró el 8 de febrero. Durante un frenético mes antes de la inauguración, Villaseñor creó casi todo para la muestra en uno de los estudios de Bread & Salt.

La ecléctica colección incluye pinturas a gran escala, instalaciones de neón y lo que ella llamó “intervenciones fotográficas encontradas” – fotos desechadas de tiendas de segunda mano con vivos adornos.

La muestra está actualmente “congelada en el tiempo”, dijo Villaseñor con el cierre de la galería. Mientras tanto, Bread & Salt está recibiendo pedidos previos para el primer libro de Villaseñor, Los Perdidos, una compilación de dibujos, bocetos y las instantáneas reelaboradas. Le atrajeron las fotos de la tienda de segunda mano, preguntándose cómo acabaron allí. Al principio, no estaba segura de dibujar en ellas, pero luego decidió que les daría una nueva vida.

Smile de Panca en el New Children’s Museum.

Smile de Panca en el New Children’s Museum.
(Jeannie Mutrais Photography)

Villaseñor también ha estado pasando tiempo en casa creando talleres de creatividad masiva virtual en asociación con centros comunitarios de todo el condado. Es parte de su programa de residencia en el New Children’s Museum que incluye planes para una instalación de 1200 pies cuadrados en la parte inferior del puente de entrada. El mural del puente fue pintado por Villaseñor en 2018. Llamado Smile (Sonrisa), la colorida obra de arte de 48 pies de largo es una colección de ojos y bocas y lo que puede ser interpretado como narices o corazones. Su nuevo proyecto también incluirá un mural y la gente lo podrá tocar y escalar.

Villaseñor encontró su base creativa como artista callejera en Tijuana. La música y la vida nocturna la atrajo originalmente a la ciudad fronteriza desde su hogar en Eastlake. Después de que su madre muriera de cáncer en 2005 y la casa familiar se volviera inasequible, Villaseñor se trasladó a Tijuana de forma permanente.

“Tijuana comenzó a sentirse más como un hogar debido a la gente. Mis amigos me apoyaron”, dijo.

Su idea de convertir Tijuana en su lienzo surgió de una visita a Nueva York y de ver todo el arte callejero de allí.

“Pensé, sé dónde están todas las paredes (en Tijuana). Lo tenía todo planeado en mi cabeza”, dijo Villaseñor. “Empecé a hacer mi propio arte con pasta de trigo”.

Ella llama a su arte visceral, “en algún lugar entre lo surreal y lo pop”, inspirado en lo mundano, centrándose en la dicotomía, el feminismo y la decadencia de la humanidad.

“Voy mucho a mi cabeza”, dijo, traduciendo las relaciones, las cosas nostálgicas, la frustración e incluso las cosas que aun no ha descubierto en el arte. El dolor de perder a su madre se canalizó en el arte corporal. Ahora tiene alrededor de dos docenas de tatuajes.

Su arte callejero ganó el reconocimiento de los tours de arte de la ciudad, así como de sus amigos y conocidos. Los dueños de bares que ella conocía empezaron a encargarle trabajos. Pero finalmente las bandas de grafiteros de Tijuana no estaban tan contentos de que ella estuviera en su escena.

“Tijuana era realmente peligrosa en ese momento”, dijo Villaseñor. “Llegó el momento en que una persona me acechaba, y mis murales estaban tapados. Tuve que analizar muchas cosas. ¿Voy a pelear con estos tipos o voy a evolucionar como artista?”

Decidió remodelar su trabajo, volverse más seria como artista y contactar con los museos. Ahora es una reconocida artista fronteriza, pero su trabajo no ha estado exento de controversia.

Su mural de 2015 The Savagery of Women (El salvajismo de las mujeres), pintado en múltiples paredes a la entrada del San Diego Art Institute, fue objeto de críticas por representar la violencia de las mujeres, no contra las mujeres. Con sangre, partes del cuerpo, una cabeza incorpórea y mujeres caníbales, Villaseñor quería refutar el concepto de que las mujeres son puras y gentiles.

“Podemos ser tan viscerales, tan crudas. Podemos ser salvajes”, dijo. “Yo quería representar eso”.

Y el gran mural en la pared exterior de Bread & Salt en el Barrio Logan, terminado en 2017, también levantó algunas cejas. Algunos pensaron que el cono de helado de 45 pies de alto con rasgos faciales rodeados de corazones estaba fuera de lugar, y el mural debería haber reflejado la herencia mexicana de Villaseñor. Pero ella no quería estereotipos.

“No tengo ganas de pintar como Frida Kahlo. No quiero que me definan como chicana”, dijo Villaseñor.

“Mi inspiración viene de la vida cotidiana”, dijo. Y durante este tiempo de auto-aislamiento, siente la responsabilidad como artista de mostrar a la gente que hay salidas para lo que sea que sientan. “Ese ha sido mi salvavidas”.

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